Medio Centro

3 abril 2007

Illa, illa, illa, JUANITO MARAVILLA

Parece que fue ayer cuando la Cibeles lloró, cuando el madridismo quedó sesgado, cuando el Bernabéu se desplomó, cuando Juanito nos dejó. Cada domingo, el Bernabéu sigue recordándole cuando llega el minuto 7. Es entonces cuando, desde el Fondo Sur, surge el «¡Illa, Illa, Illa, Juanito Maravilla!» que homenajea a uno de los jugadores más queridos y recordados por el madridismo. Juan Gómez González jamás defraudó a los que esperaban que sus actuaciones en el Real Madrid y en la selección le acreditaran como uno de los «grandes». Como tampoco defraudó a los que pensaban que, por encima de todo, estaba su amor hacia la institución blanca. Todavía hoy, más que nunca, sigue en el corazón de todos los madridistas.

Juan Gómez «Juanito», nació el 10 de noviembre de 1954 en Fuengirola (Málaga). Hijo de un albañil, Juan era el primogénito de una modesta familia. «Era el peleón de mi barrio -diría más tarde-. Siempre estaba metido en líos. Y me daban. Una vez, tras pelearme, al darme la vuelta me llegaron a romper una caña en la espalda. Y en otra pelea, cuando ya estaba a varios metros, el otro me pegó una pedrada en la cabeza y me hizo una brecha. Tampoco era muy difícil acertarme con esta cabeza que Dios me ha dado», comentó con sorna. Y es que Juanito era capaz de reírse de sí mismo.
Juanito comenzó su carrera deportiva rozando los límites de lo permitido, arriesgando. Corría el año 1968. El chaval tenía demasiado talento para desaprovecharlo en juveniles, pero no tenía la edad exigida para debutar en Primera Regional. Y surgió el dilema: el equipo de su ciudad natal, el Fuengirola, lo necesitaba. Y jugó. Le falsificaron la ficha. Juan Gómez González tenía por entonces 14 años y un brillante futuro deportivo por delante. Su calidad apremió el ritmo de su ascensión, tan vertiginosa que apenas tuvo tiempo para reflexionar.
Tras sus primeros escarceos con el Fuengirola ficha por el Atlético de Madrid. Su etapa como rojiblanco no puede comenzar mejor, y eso que no debuta hasta que no cumplió los 15 años. De aquí en adelante, su ascenso es espectacular. Su proyección es tan rápida como su juego. Del juvenil pasa al filial de Tercera, cuando aún no había cumplido los 16 años. El entrenador de este equipo no vio las grandes condiciones que el jugador llevaba dentro y el jugador estuvo un tanto marginado. Esta era la primera equivocación de una larga cadena de errores que impidieron que Juanito triunfara en el Atlético. Sólo viaja a los torneos veraniegos y en calidad de suplente. Y, lo que es peor, jugando contra el Benfica, a beneficio de los damnificados de Managua, en una jugada desafortunada se rompe la tibia y el peroné tras un choque con Henrique. Juanito tarda toda una campaña en recuperarse, y cuando lo hizo, en julio de 1973, Juan Carlos Lorenzo, a la sazón entrenador de los rojiblancos, no cuenta con sus servicios.
Cumplida la temporada, el Atlético le da la baja definitiva y el malacitano ficha por el Burgos. Con Naya y Muller sobresale en el equipo burgalés. Juega un gran partido en Madrid, ante el Atlético, demostrando la equivocación del club rojiblanco al dejarle escapar. A este partido le suceden otras extraordinarias actuaciones que hacen que el seleccionador nacional, Ladislao Kubala, se fije en él y le lleva a Montreal. Juanito se convierte en un jugador codiciado por los poderosos. Sus días en el Burgos estaban contados.

Juan siempre confesó que, siendo niño, su equipo preferido fue el Zaragoza, pero con los años su gran ilusión se convirtió en ser jugador del Real Madrid. Así lo expresó muchas veces, incluso cuando el Barcelona llegó a ofrecer 50 millones por su adquisición y la de Manzanedo, entonces portero del Burgos. El 19 de noviembre de 1976 ve cumplido, por fin, su gran sueño: fichar por el Real Madrid.
El malagueño se incorpora al Real Madrid en la temporada 1977-78, debutando con la camiseta blanca en México, ante el Guadalajara. Ese mismo año juega su primer partido en el Camp Nou, de imborrable recuerdo. Aquel día Juanito formó parte de la delantera blanca junto a Jensen y Santillana. El extremo hizo un partidazo, colaboró de forma decisiva en dos de los goles y el Madrid ganó 2-3. Su trayectoria en el Real Madrid está jalonada de tardes de gloria y de algunos momentos tristes. En sus diez años en el Club consigue dos Copas de la UEFA, cuatro Ligas, dos Copas del Rey, una Copa de la Liga. Además, fue subcampeón de la Copa de Europa (1981) y subcampeón de la Recopa (1983). A título individual obtuvo un «Pichichi» en la Liga con 17 goles (1983-84).
Juanito estuvo presente en las grandes remontadas conseguidas por el Real Madrid en el Bernabéu, aquellas que ya han pasado a la historia de las grandes gestas blancas. En el año 1980 fue el protagonista de la eliminatoria ante el Celtic, ya que tras perder 2-0 en Glasgow, un gol suyo (el tercero del equipo), en el partido de vuelta supuso el pase a la semifinal de la Copa de Europa. Estas inolvidables noches se repetirían, años más tarde, ante el Inter, Borussia y Anderlecht. Fuero grandes borracheras de fútbol, de goles y de alegría compartido por todo el madridismo, con Juanito, uno de los líderes del equipo, a la cabeza.
Si hay que destacar algún lunar en la carrera de Juanito ese sería el partidoante el Bayern de Munich, también en la Copa de Europa. Juanito le pisó la cabeza al alemán Mattahus y el árbitro del encuentro le expulsó del terreno de juego. Su temperamento impulsivo le costó una sanción que significaría el adiós definitivo a Europa y al Real Madrid.
Su despedida en el Real Madrid no fue como a él le hubiera gustado. Pero sería injusto que hoy le recordáramos tan sólo por esos segundos irrefrenables, por ese temperamento caliente que en ocasiones le traicionó. Juanito fue un jugador imprevisible, trabajador siempre, sufrido. Un hombre que sintió profundamente los colores del Real Madrid, que admitía, tiempo después de su despedida de la casa, el excelente trato que siempre tuvo el Club con los jugadores que vistieron su camiseta, y que nada como estar en el Bernabéu.
Juanito fue líder de un Madrid dotado de una impresionante fortaleza, de un tremendo espíritu que nacía de hombres tan raciales como Benito, Camacho, Stielike, el propio Juanito y otros más que ofrecieron “su vida” por el Club. Juanito, “aprendiz de todo y maestro de nada”, que gustaba definirse, era capaz de transmitir estos sentimientos porque sólo los que han llorado alguna vez sobre el escudo blanco pueden hacerlo. Con la cara por delante, sincero. Con la misma sinceridad que puso en sus últimas palabras con la camiseta madridista: “No se me van a caer los anillos por pasar del mejor equipo del mundo a un Segunda División. Me voy al Málaga, pero volveré algún día como técnico de la casa”. Camino llevaba de ello, cuando un fatídico 2 de abril la carretera segó la vida a uno de los hombres que más amó a nuestro Club, cuando había madurado y ennoblecido, como los grandes vinos, y el que pasito a pasito recorría, inexorablemente, el camino que le llevaría a ocupar el puesto que tanto anhelaba.
Juanito se fue y nos dejó con el corazón roto en mil pedazos, pero sabemos que cada gol que marca el Real Madrid lo está celebrando desde allá arriba.

ILLA, ILLA, ILLA, JUANITO MARAVILLA

Fuente: http://www.realmadrid.com/articulo/rma8476.htm

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